lunes, 10 de marzo de 2014

JUAN HA MUERTO, VIVA EL REY MONEO!!

Juan en su rincón en la Taberna Alfaro con Angel Alfaro
 Alberto al fondo Carlos Curro del Realejo y Antonio Valentín

Juan Moneo Lara era un superviviente, él y todos los que le queríamos o admirábamos como artista lo sabíamos pero no habría pasado nada si hubiera estado un ratito más entre nosotros porque "El Torta" no había dicho todo lo que tenía que decir ni en el Flamenco ni en la vida. Se ha marchado antes de tiempo como otras personas de nuestro entorno y a quienes a diario echamos de menos. Hemos reconocido en numerosas ocasiones que somos flamencos, o lo parecemos, gracias a Camarón y por eso somos “camaroneros”. Pero desde que el cante de Juan nos entró vía vena auditiva somos "tortainómanos" confesos y este duro golpe nos dejará mono de no volver a ver y sentir a uno de los más grandes para toda la vida.

Abundantes los ratitos, breves pero intensos, que hemos pasado junto a nuestro ídolo sufriendo con su sufrimiento mientras cantaba en un escenario. También disfrutando de sus “chalauras” y buen humor cuando se relajaba en momentos tranquilos, actitud con la que Juan se complacía en escasas ocasiones dado su complejo temperamento. Ahora toca el turno de hablar y escribir sobre él porque ya no estará más entre nosotros. Como todo “tortainómano” que se precie lo de escribir sobre él no es ninguna novedad, desde que conocimos a Juan Moneo hemos pregonado sin pausa que era un cantaor capaz de llegar a lo más alto cuyas circunstancias personales no lo hacían posible. Nadie que haya compartido cartel con él quedaba indiferente, incluso asustaba, por sus maneras y por la fidelidad de su público.  Recordamos actuaciones en los alrededores de Madrid en las que Juan nos contaba sus proyectos e inquietudes mientras se echaba un cigarrito. Le llevábamos y traíamos en el coche y nos cantaba cosas que luego por la noche repetía. Flipábamos sólo con estar con él y percibir ese carisma bohemio de artista. Nos reíamos con los comentarios jocosos y perniciosos en los que se le aludía como un cantaor cortito que lo mejor que hacía eran las bulerías. ¡Cómo si fuera fácil! Indiscutíblemente, pasará un tiempo hasta que se suba a un escenario otro cantaor que tenga ese inconmesurable registro por bulerías y que además lo exprese con la intuición de El Torta. Había veces que actuaba el viernes en Chaquetón y el sábado en Casa Patas y no repetía ni una letra cuando otros mejor considerados y menos malditos reproducían actuaciones como un cliché. Metía mano a todos los cantes, era un buen aficionado. Le encantaba Mojama, Antonio Mairena, Chacón y su ídolo, como el nuestro, era Camarón. Los tópicos de cantaor maldito, las juergas y sus “espantás” no dejan de ser ciertos. Más de una y dos veces nos hemos quedado con cara de tontos esperando que Juan apareciera o si aparecía que cantara de forma decente. Pero más de tres y más de cuatro también nos hemos quedado con la boca abierta y el corazón encogido al oírle. Pese a todo Juan se ha ganado su lugar en la historia del cante como una leyenda viva, y como otros grandes fue capaz  de aglutinar, no sólo a flamencos, sino a un público muy dispar. Cuánta gente del rock ha seguido a la santísima trinidad del cante: Camarón en el cielo, Morente en la tierra y el santo espíritu de Juan Moneo El Torta.

Paréntesis. Cuando habiamos terminado este texto se nos va otro de los más grandes, Paco de Lucia. Los flamencos y amantes de la guitarra nos quedamos ya huérfanos del todo. ¿A quién vamos a escuchar ahora? Se preguntan algunos. Cerramos paréntesis sabiendo que la vida continúa.

Ahora escribirán maravillas de Juan, versarán las habilidades de sus melismas, rescatarán sus momentos oscuros y otros no tanto mucho más vitales, aunque nadie podrá devolvérnoslo. Los jóvenes aprenderán su cante sin haberlo visto nunca en vivo, lo venerarán y disfrutarán como a su hermano Luis de la Pica, también de Jerez, ahora escuchado con más admiración que en vida. Juan deja grabaciones en el olvido, proyectos sin continuidad y muchas asignaturas pendientes entre las que cabe la peña en Jerez que nunca tuvo. Bienvenida sea si es para que se le reconozca como un cantaor puro, digno y grande. "El cante (o la vida) no es lo que uno quiere, es lo que tiene que ser" dice Jesús Méndez en el tema Su voz cantaora en Añoranza que canta con el propio Juan. Cuando llegué nuestra horita sabremos si Juan Moneo y el resto de las personas queridas que se fueron estarán en buena compañía,  en la gloria como dicen  los que quieren creerlo así. Mientras tanto algunos sabemos donde está el infierno y nuestro héroe lo llevó consigo parte de su vida. Eso no le impidió disfrutar momentos maravillosos con las personas que le querían o que alguna vez le quisieron, tanto en su vida como en su cante. A su hijo Juan le contaremos con orgullo que su padre fue grande y que mayor fue su herencia cantaora. Juan ha muerto, viva el Rey Moneo!!